Eso de la “Autoayuda”

Autor: Diego Fernando Pinzón, director de Desarrollo Humano de nuestro colegio.

Hay veces necesitamos un cambio, algo en nosotros muy adentro lo pide. A veces esa voz habla con susurros, a veces habla con gritos o incluso, a veces ni siquiera habla con palabras, sino que escoge el mundo de las emociones o sensaciones corporales para expresarlo. ¿Cómo responder a ese llamado? Normalmente es algo que no se enseña en la escuela, tampoco es algo que nuestra madre o nuestro padre usualmente brindan. No es culpa de nadie, para ser sinceros. Responder a ese llamado hace parte de una ciencia, o incluso un arte que, aunque lleva centurias existiendo, realmente hasta hace muy poco ha llegado a occidente o es puesto abiertamente en la mesa del día a día de nuestra cotidianidad. Tal arte es conocido como la Autoayuda y no es una solución mágica, es más bien un camino personal. ¿Cómo recorrerlo? Diría que es un camino con múltiples opciones de entrada. Espero que esto no os abrume, no es la intención. Múltiples no quiere decir complejas, aclaro. Lo de múltiples es porque somos seres con múltiples pasados, diversos caminos recorridos. Y eso puede ciertamente marcar nuestra apertura o rechazo a un camino o al otro. Pero hay una buena noticia: ¿Y si el primer paso fuera más simple de lo que pensamos?

La autoayuda es el paisaje que acompaña ese camino, pero si tuviéramos que adentrarnos en la analogía y pensar en una herramienta, o unas zapatillas ideales para recorrer ese camino, habría que pensar en el Autoconocimiento. Es el Autoconocimiento el que te permite identificar lo que realmente necesitas cambiar, más allá de un impulso inicial o un cambio más cercano al capricho que a una voz mucho más interna. Cuando te poner esas zapatillas o tennis del autonocimiento, ya tienes un gran campo ganado. Has tomado la decisión de mirar hacia dentro, y no por presión externa, no porque quieras postear en tus redes que has empezado a cambiar o a hacer un trabajo trascendental en ti. No. Esto, cuando se hace de manera auténtica, se hace por decisión propia. Se hace como lo mencionaba al principio, por una voz interna que vale la pena aprender a escuchar. Y para escuchar esa voz, a veces se requiere acallar las otras.

Es en todo caso un camino fascinante ¿sabes? Tiene sus retos, tiene sus dificultades, como cualquier otro camino. Pero también te entrega regalos maravillosos. Hay quienes lo recorren escribiendo un diario (hoy en día llamado journaling), hay quienes abren un espacio del día para hacerse preguntas o hay quienes solos o en compañía deciden observar sus emociones. Esto solo por mencionar algunos caminos de entrada, que como también lo comentaba, pueden ser múltiples y diversos. A la larga, si lo pensamos así, el camino de entrada no importa tanto. Y no me malinterpretes. Como entrada, obvio, tiene su valor e importancia. Es el antojo, es la bienvenida, es esa entrada antes de disfrutar de una gran cena. Pero el camino no lo recorres con el primer paso. De hecho, necesitas más que un paso para mantener el impulso. De ahí la importancia de esas pequeñas acciones, esos pequeños hábitos que pueden tener un gran impacto a largo plazo. Lo importante aquí es la constancia, es una constancia que se construye con voluntad, con disciplina. El cambio que buscas puede empezar levantándose 10 minutos antes, bebiendo más agua durante el día, desconectándose de pantallas por buenos ratos. De esa voluntad estamos hablando. Lo importante es la constancia, aquí no hablamos de perfección.

Un error muy común que puede llegar hablando de estos caminos de autoayuda y autonocimiento puede ser exigirse demasiado al empezar un cambio. Nos volvemos tiranos de nuestro propio recorrido. Juzgamos el más pequeño error, el más mínimo retraso o la caída más estrepitosa. De ahí que sea necesaria la autocompasión como herramienta, el tratarnos como trataríamos a un amigo. Esto nos permite también sostener ese impulso, recrearlo, alimentarlo. Es como la hidratación cuando hablamos de recorrer una maratón.

Así que adelante, tú que me lees. Vale saber de otros recorridos, otras aventuras que pesonas como tú y como yo han vivido. Pero no te confundas: Cada camino es único y por fortuna es así. No hay mapas generalizados pero sí caminos que te ayudarán a diseñarlos.

¿Qué pasa si decides empezar hoy? ¿Quieres descubrirlo? Elige una acción, una acción concreta que responda a ese llamado interno que quizás has acallado por un buen tiempo. Ponle ritmo, rutina y constancia. Que sea de esas pequeñas acciones que causan grandes cambios. Vívete en relación con esas decisiones, siente cada barrera, cada dificultad. Hacen parte del camino. Y recuerda:

“No necesitas tener todo resuelto para empezar; solo necesitas dar el primer paso”

Como adultos a veces nos cuesta iniciar estos caminos. Es algo nuevo, inexplorado. “¿Conocimiento de mí mismo?” ¡Eso con qué se come! – algunos dirán. ¿Qué pasaría si logramos que una persona no espere tanto para empaparse con estos temas o con esta posibilidad? Quizás si acompañamos a un niño o un adolescente a hacerse estas preguntas profundas sobre sí mismo podremos lograr tener adultos con un camino ya recorrido y unas barreras menos altas para lograr esos cambios que su voz más interna y auténtica le piden en un momento de su vida o en otro. Quizás estos adultos del futuro sean los que logren hacer cambios para el bien de nuestra sociedad y también, hacer cambios en ellos mismos para lograr un profundo bienestar. Que no se nos olvide que una persona en paz consigo misma, es incapaz de entrar en agresión con el otro.

Esa es la apuesta de nuestro Colegio. Porque sí, hay un colegio donde los estudiantes dedican el inicio de su día académico para preguntarse cosas, realizar ejercicios de consciencia sobre ellos mismos y lograr profundos actos de autobservación. Actos que les permite recorrer ese camino de autoconocimiento y autogestión que tanto hace falta en la sociedad adulta de hoy en día.