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“Susurros del Mal” – Darrel Cifuentes 7°, 2024

En un pueblo lejano vivía Madison, una adolescente de diecinueve años, trabajaba como niñera y le fue bastante bien, pero en los últimos meses se había quedado sin empleo, quizá por eso se emocionó al ver aquel aviso donde solicitaban personas para cuidar a un niño y pagarían una absurda cantidad de dinero por hacerlo. Madison no pensó mucho y acudió a la mansión Vanderbilt pensando que finalmente podría terminar de pagar sus estudios universitarios e irse de aquel pueblo de mansiones grises y antiguas que más que parecer bellas le parecían deprimentes, sentía que todo el pueblo olía a tristeza mezclada con miedo. Una vez en la misión, el señor y la señora Vanderbilt le explicaron sus labores que parecían ser las normales para cuidar a un niño, solo le advirtieron que existía una habitación de puerta roja a la que no podía entrar, al principio le pareció extraño pero al final aceptó el trabajo.

A la mañana siguiente, Madison fue a la mansión, se encontró con Arthur y sus padres que se veían nerviosos con el niño que tenía en sus piernas un extravagante muñeco payaso en sus piernas. El día pasó con normalidad. Esa misma noche, los padres llamaron a Madison diciendo que al día siguiente debería pasar la noche con Arthur, ya que ellos irían a un viaje de negocios.

Llegó la noche y Madison a la mansión, Arthur estaba dormido en su habitación del segundo piso, así que Madison decidió quedarse en el primer piso, pero en un momento, Madison escuchó voces en la habitación de Arthur y decidió subir y acercarse a la puerta.

—No le hagas daño, nos ha tratado bien —a Madison se le hizo raro y entró completamente— ¿Con quién estabas hablando, Arthur? —preguntó Madison.

—Con nadie —respondió Arthur.

Madison lo dudó, pero se hizo la que no escuchó, desde ese momento empezó a sospechar, pero no le dio mayor importancia.

Esa misma noche es Madison estaba viendo la televisión en el segundo piso y escuchó risas en el primer piso. Bajó encontrando un muñeco de Arthur en el comedor, lo vio a los ojos y le dijo:

—Tú sigues aquí.

Madison pensó que era una broma, valientemente revisó al muñeco, pero no tenía nada. Cuando Madison subió al segundo piso, pero las puertas estaban cerradas, Madison vio la puerta roja grande, a la que le dijeron que estaba prohibido entrar. Pero Madison la abrió encontrándose con los cuerpos del señor y la señora Vanderbilt convertidos en muñecos.

Madison se asustó, dio un paso atrás y desde la sombra apareció Arthur, riéndose maléficamente y diciéndole:

—¿Pensaste que era una broma? —Arthur sigue riendo, se quita una máscara y revela ser una criatura repugnante de baja estatura, con el poder de convertir a la gente en muñecos.

Días después por todo el pueblo había avisos que buscan a Madison y junto a esos avisos otros donde buscaban niñera para la familia Vanderbilt.